Fondo Audio y Video Juan Nepomuceno Alfonso
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- ÍtemJuan Nepomuceno Alfonso, 1931(2015-05-26) Centro de Producción de Contenidos Culturales "Las Fronteras Cuentan" Corporacion Cultural Biblioteca Publica Julio Pérez FerreroJUAN NEPOMUCENO ALFONSO Ex-combatiente de la Guerra de Corea 1951-1953 Historia Oral PARTE I Nació en Tunja el 23 de abril de 1931. Vivió con su madre Soledad Alfonso en Bogotá era hijo natural, aunque su padre Heladio Sánchez era un importante político del departamento de Boyacá, pero nunca lo reconoció. Allí estudió en el Colegio San Antonio, hasta tercero de bachillerato. Cuando cumplió los 19 años, un oficial del ejército lo invitó a las filas del ejército y lo pasaron a revista médica, allí le dijeron que estaba apto para prestar el servicio y que ese mismo día lo reclutarían para el cuartel de la Escuela de Infantería de Bogotá. Enlistado ya en el ejército, lo mandaron a prestar su servicio al Batallón Pichincha en la ciudad de Cali. Cuando ya completaba un año de servicio lo trasladaron a la Compañía Nueva Granada en Buenaventura, estando allí les anunciaron que venia una Comisión de Extranjeros y entre ellos venían 3 oficiales puertorriqueños y otros altos mandos que le informaron de la primera noticia que existía una República llamada Corea del Sur y que el Gobierno de Colombia se había comprometido con las Naciones Unidas a enviar tropas que se había iniciado en la República de Corea del Sur. Hubo muchas promesas tentadoras el cual animo a los soldados a querer participar voluntariamente en esta guerra, como por ejemplo “que a los soldados que regresaran vivos les darían becas para estudiar en la Universidad, la carrera que escogieran, casa o trabajos muy importantes de acuerdo a la capacidad de cada uno, a los que murieran, los padres recibirían una cantidad de dinero y que los que quedaran inválidos estarían pensionados”. En todo caso los halagaron mucho. A los 8 días fueron los Oficiales Estadounidenses para volver a convencerlos. Los que estuvieron de acuerdo fueron aproximadamente 25 que arrancaron decididos. Algunos de estos se volaron y los que quedaron, los hicieron firmar. Los soldados todavía aun muy inseguros preguntaron a los mandos quien respondería por todas esas promesas y ellos le contestaron que el Gobierno de Colombia y que esto lo había ofrecido el Presidente Dr. Laurenao Gómez. En Cali les hicieron una despedida con la alta sociedad de esta ciudad. Luego fueron trasladados a la Escuela de Infantería en donde recibieron por tres meses un entrenamiento especial, muy duro, como no se había visto antes en las Fuerzas Armadas, fue dirigido por oficiales colombianos, puertorriqueños y estadounidenses. El entrenamiento era sobre Conocimiento de Tácticas, Armamento y de Defensa. Este entrenamiento causó muchas deserciones, los soldados se volaban por el desespero hasta 30 o 40 cuando les anunciaban que ya iban a marchar y esto hacía que los preparativos se pospusieran para el viaje. Por fin salieron 1100 hombres aproximadamente con destino al Puerto de Buenaventura para zarpar en el Buque Estadounidense Aiken Victory. Juan N. Alfonso hizo parte del Primer pelotón del Batallón Colombia No. 1. Viajaron durante 17 días hasta las Islas de Haway para que pudieran descansar, por que el mareo los llevaba muy mal. De ahí zarparon al Puerto de Busan en dónde llegaron el 16 de mayo (28 días de viaje). Cuando pisaron tierra sintieron mucha alegría por el recibimiento que les hizo la comitiva de colombianos con banderas. Luego fueron trasladados a unos campamentos en la ciudad de Corea a seguir los entrenamientos por otros tres meses. Juan N. Alfonso, dice “que gracias a esos entrenamientos no hubo tantas bajas y muchos pudieron regresar nuevamente a su patria, pero reitera que una guerra es lo más terrible y violentas que le puede pasar al ser humano y que no debemos estar de acuerdo con las guerras”. El Batallón Colombia hacia parte del OCTAVO EJERCITO VEINTICUATROAVA DIVISIÓN, VEINTIUNAVO REGIMIENTO DE INFANTERÍA. Llegó la hora de partir a la línea de fuego y allí compartieron a lo largo de muchos kilómetros una que otra conversación con norteamericanos y puertorriqueños, porque en ese momento eran sus mejores aliados. Llegar a la línea fue un descanso, a pesar de tanto ruido por las armas del enemigo. Aprendieron a andar en las zanjas de arrastre y cuenta él que era un poco dificultoso porque su arma de dotación era una Ametralladora.30 de refrigeración por agua y esta era muy pesada había que ponerle una trípode de base. JUAN N. ALFONSO, hacia parte a la Tercera Compañía por tener este tipo de armas (cañones y ametralladoras) en donde estaban lo de artillería pesada. El comandante era Jaime Durán Pombo, un hombre buena persona con el combatieron en las diferentes operaciones del “Cuatrocientos” en los “Valles de Kun Son” en el “Cerro de Chamizo”, etc.
- ÍtemJuan Nepomuceno Alfonso, 1931(2015-05-26) Centro de Producción de Contenidos Culturales "Las Fronteras Cuentan", Corporación Cultural Biblioteca Pública Julio Pérez FerreroJUAN NEPOMUCENO ALFONSO. Ex-combatiente de la Guerra de Corea 1951-1953. Historia Oral. PARTE II. Recuerda con mucha nostalgia y dolor como en el “Cerro del Chamizo” le mataron a los compañeros que llevaban la munición de la ametralladora con una ráfaga muy violenta que los envolvió y a él lo hizo rodar como unos siete metros con el trípode enredado en su cuerpo. Nunca supo qué tipo de proyectil fue, lo cierto es que sus compañeros murieron y el resultó herido en una pierna y en un brazo cuando fue rescatado. Cuenta también de la braveza y pericia de su enemigo con el uso de la bayoneta calada, ya que ellos eran más expertos en mantenerse bajo tierra en las trincheras; diríase que parecían Curies. También cuenta que tenían a veces que cubrir sus cabezas con los cuerpos de sus compañeros caídos, en pleno línea porque los enfrentamientos eran cruentos y no cesaban y se sentía mal cuando veía llegar los restos de sus compañeros muertos, sin pies, sin brazos, sin cabeza. Era terrible y triste. Los cadáveres fueron devueltos a los diferentes países de origen. En combate los alimentos le llegaban por aire y llegaban enlatados. Dentro de sus anécdotas cuenta que cuando llegó el invierno pidió permiso al sargento encargado para hacer un árbol de navidad y otros soldados de otras unidades de otros países estando en plena línea de combate, estuvieron de acuerdo en la idea, y desde muy temprano acordaron ornarlo con muchos detalles de la guerra, vainillas fotos y objetos de recuerdo. El árbol estaba instalado fuera de la trinchera, y para celebrar el momento en la noche, encargaron unas botellas de “Whisky coreano” con la población civil para acompañarlo con la cena, que en realidad era el almuerzo que habían guardado para la noche de navidad. Estando en esos arreglos, el flanco enemigo lanzó un proyectil rasante que paso sobre sus cabezas y arrastro el arbolito, dejando solo el polvero sobre sus cabezas. Esta situación les causo mucha tristeza, porque se desvanecía un sueño: La celebración de la navidad. En realidad, fue un golpe muy duro. El comenta que cuando los proyectiles eran lanzados, hacían un ruido espantoso y eso los ponía en alerta ya que podía aparecer por cualquier sitio de la línea. Si no hubiera sido por el ruido de los proyectiles, muchas vidas se hubieran se perdido. Afirma Juan N. Alfonso que “en esta guerra murieron 134 muertos, pero hubieran podido ser más, de no haber sido por la preparación tan intensa que tuvieron”. Otra situación que se presentaba continuamente, era el tiroteo. Nunca había silencio, porque era de parte y parte. También recuerda la propaganda que enviaban los aviones de los enemigos chinos y coreanos, en donde les preguntaban a ellos, porque habían venido los colombianos a matarlos, si esta guerra no era de ellos; pero los colombianos ya no podíamos hacer nada. Ya estábamos allá y más comprometidos en una guerra ajena de la cual no podían salir, sino hasta cuando el gobierno decidiera ir por ellos y firmara con acuerdos internacionales la paz. Mirar desolación de los campos, las habían barrido completamente, los cultivos ya no existían y los cadáveres por todos lados. Eran unas situaciones muy tristes. Cuenta Juan N. Alfonso, “que un día iban a tomarse un cerro y él se sentía muy cansado, arrojó su ametralladora a un lado y se quedó tendido descansando en una piedra muy grande, quedándose del resto del grupo y pensó para sus adentros: Que haga Dios, su voluntad. Cuando de pronto fue sorprendido por un proyectil que cayó muy cerca del sitio donde estaba y le arrojó arena y piedras encima. Su cansancio terminó y corrió a buscar a sus compañeros y a contarles. La verdad, todos gozaron con su historia, porque se olvidó del cansancio que tenía porque ya no pensó en morir, sino en vivir. Cuenta Juan N. Alfonso “que dormían en carpitas en las zanjas de arrastre cuando estaban en las línea de fuego, por lo general se dormía por raticos ya que en la línea no había tranquilidad ninguna. Para descansar mejor, eran relevados e iban a los campamentos de la compañía, porque allí les daban comidas calientes”.